Por Encuentro de colombianos y colombianas por el Sí a la Paz - Buenos Aires
Buenos Aires
Viernes
26 de agosto de 2016
Lxs colombianxs en Argentina
emprenden la tarea de explicar en qué consisten los acuerdos, y llaman a
participar en el plebiscito para refrendar electoralmente, el próximo 2 de
octubre, lo alcanzado en los diálogos de La Habana.
El
día de jueves 25, el presidente Juan Manuel Santos le entregó a los presidentes
de las dos cámaras del Congreso colombiano el texto de los acuerdos finales de
paz, que a lo largo de intensas jornadas de diálogos durante cuatro años, se
desarrollaron entre las delegaciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Gobierno de Colombia con la
mediación de Cuba y Noruega, y el acompañamiento de Chile y Venezuela. Estos
acuerdos sellados formalmente en ceremonia celebrada el día de miércoles con la
presencia de ambas delegaciones, se suma a la firma en meses pasados del Cese
al Fuego Definitivo de las FARC-EP con la estrechada de manos entre el presidente
Juan Manuel Santos y el comandante de las FARC-EP Timoleón Jiménez
“Timochenko”, y el abrazo del presidente Raúl Castro como anfitrión, además de
la asistencia de varios presidentes, cancilleres y ministros de múltiples
gobiernos en La Habana.
Lxs
colombianxs dentro y fuera del país, estamos llamados este próximo domingo 2 de
octubre para votar el plebiscito que refrendará lo acordado, como muestra del
apoyo ciudadano. El contenido de los acuerdos[2]—a grosso modo—gira en torno a: 1)
Una Reforma Rural Integral, que redistribuya la propiedad de la tierra y
genere condiciones de desarrollo económico en las zonas más devastadas por la
guerra, priorizando a las víctimas; 2)
Participación Política e integración a la democracia de las FARC-EP como
movimiento político sin armas, garantizando inicialmente (3) escaños sin voto
en el Congreso y en los períodos de 2018-2022 y 2022-2026 un mínimo de (5)
escaños en cada cámara del Congreso, al igual que (1) miembro en el Consejo
Nacional Electoral, un nuevo estatuto de la oposición y participación
prioritaria de las comunidades afectadas por el conflicto armado en las
decisiones e implementación de los acuerdos; 3) Fin del Conflicto, cese
al fuego bilateral. Y mediante la concentración y desarme en 23 puntos del interior
del país de las tropas guerrilleras, bajo la inspección de las Naciones Unidas
y anillos de seguridad militar, en un período de 180 días; 4) Solución al problema de las drogas ilícitas, atendiendo a la
solución de las precariedades que llevan a los campesinos a cultivar para la
fabricación de drogas de uso ilícito, promoviendo la sustitución de cultivos y
el desarrollo agrícola. Sumado a una lucha contra las redes que comercializan
drogas y presionan a las comunidades hacia el cultivo de estupefacientes.
Compromiso hacia la revisión internacional de las políticas antidrogas, y el
consumo como problema de salud pública 5)
Víctimas, reconocimiento mediante la nueva legislación especial para la
paz, basada en la justicia transicional e implementada en el marco de la
creación del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Se creará un alto
tribunal independiente de ambas partes firmantes del acuerdo; Sumado a todo
esto, están el proceso de implementación y verificación de los acuerdos, que
contempla a las Naciones Unidas y a los países de la CELAC, incluyendo la
participación de la sociedad civil y los movimientos sociales. Al igual que las
observaciones realizadas por la comisión
que fue convocada para dar un enfoque de género y diferencial a los
acuerdos. Sin duda, para la región supone un cambio en la configuración de las
relaciones de poder. En tanto, los intereses militaristas del bloque hegemónico
financiero en su línea más conservadora se ven fuertemente golpeados. Dado que
Colombia ha sido después de Israel y Egipto el mayor receptor de “ayuda
militar” norteamericana. Al igual que la presencia—en más de siete bases
militares colombianas—de marines, mercenarios y asesores deja de tener el mismo
nivel de urgencia, en un país que ha vivenciado como ningún otro en el
hemisferio las nefastas consecuencias de dichas “ayudas”. Las cifras del actual
conflicto social y armado son escandalosas [3]: 220 mil asesinatos, 27 mil secuestros, cerca de 2 mil masacres,
6.6 millones aprox. de desplazados internos, 400 mil refugiados en el
exterior[4], 25 mil desapariciones, 23 asesinatos selectivos, 2 mil víctimas de
violencia sexual, 10 mil víctimas de campos minados y 6,5 millones de hectáreas
despojadas a campesinos, entre otras.
El
conflicto social y armado colombiano, ha tenido como causa la propiedad y el
despojo de la tierra, problema que ha sido derivado de las guerras civiles del
siglo XIX y la violencia política de inicios del siglo XX, y la consecución en
alzamiento de guerrillas posterior al asesinato el 9 de abril de 1948 del
caudillo Jorge Eliécer Gaitán. En 1964, campesinos sin tierra víctimas de la
persecución política—de la conocida como la época de la Violencia entre
liberales y conservadores—se organizaron
bajo el liderazgo de un grupo, en Marquetalia, encabezado por Manuel
Marulanda Vélez “Tirofijo”, y la orientación política del Partido Comunista de
la mano de Jacobo Arenas, al sobrevivir a la arremetida militar respectiva, pasan
a llamarse Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. En los años siguientes,
numerosos grupos marxistas, indígenas, de la teología de la liberación y
socialdemócratas empuñaron las armas atraídos por la victoria de la Revolución
Cubana y la Revolución China como ocurrió en todo el continente. Sin embargo, a
diferencia del resto de América Latina, en Colombia el conflicto armado se
desarrolló en medio de una aparente democracia liberal.
La
apertura democrática que se avizora y las reformas acordadas son un avance para
la superación de las causas estructurales del conflicto armado, sin ser la
solución definitiva al conflicto social que persiste, acordamos que se inicia
otro tiempo. Seguimos llamando a avanzar en el diálogo público entre el
gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), para sumar
voces en la consecución de una paz completa, justa y duradera por la
construcción de una nueva Colombia que se integre efectivamente a la lucha por
una región digna y soberana. Dado que estos acuerdos no son el punto de
llegada, sino el punto de partida. O como lo dijera la delegación de las
FARC-EP: “...la más hermosa de todas las batallas: la de sentar las bases para
la paz y la convivencia.”
[1]
Espacio de articulación de organizaciones colombianas en Argentina en la
campaña “La Paz Sí es Contigo”.
[2]
http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/procesos-y-conversaciones/Paginas/Texto-completo-del-Acuerdo-Final-para-la-Terminacion-del-conflicto.aspx
[3]
En: Informe ¡Basta Ya! Recuperado de:
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/estadisticas.html
[4]
Cifras de ACNUR 2016.
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